Donde uno quiere estar

Pontonx1Hay momentos en los que uno siente que está donde quiere estar y haciendo lo que quiere hacer, que no importa lo que opinen los demás y que ojalá ese instante durase más tiempo. Últimamente he disfrutado de varios de esos momentos: tocando en Tafalla con mis hijos y mi sobrina, en el Baluarte con el Ave María y la Sinfonietta, o corriendo mi primer maratón trail.

Hace unos días estuve corriendo por el sur de Francia, en Pontonx sur l´Adour, el Ultra Trail du Coeur des Landes. Eran varias las carreras organizadas, desde 13 hasta 80 kilómetros, y yo, fiel a mi costumbre, me inscribí en la distancia de maratón (es curioso apuntarse a un maratón y que éste no sea la distancia más larga). La carrera se desarrollaba por caminos de tierra, hierba y arena y, aunque no se trataba de un maratón de montaña propiamente dicho, la dureza dWP_20160410_001el terreno y los cuatrocientos metros de desnivel acumulado le daban una dificultad y un interés especiales, al menos para mi, que era la primera vez que me enfrentaba a la distancia fuera del asfalto. La preparación había ido bien, alternando mis recorridos habituales con otros por caminos, pero la víspera volví a tener la sensación del principiante, sin estar del todo seguro de que el material me respondería bien, si sabría regular el esfuerzo para llegar al final en condiciones, cómo sería realmente el recorrido… una agradable sensación de enfrentarme a un reto novedoso y estimulante.

Pontonx14La salida era a las nueve de la mañana, y ahí estábamos los ciento treinta y cinco participantes con el equipo que obligatoriamente había que llevar: mochila con reserva de agua, comida y  teléfono móvil. Desde la organización se recordaba la obligatoriedad de este material y la existencia de controles en la carrera para comprobarlo. Además, como en todas las carreras en Francia, para participar era imprescindible la presentación de un certificado médico. La seguridad ante todo. Allí estábamos, como digo, y se me acerca un chico de Tolosa, al que no conocía, pero que ya había visto en la lista de inscritos porque que era el otro participante de l´autre coté. Todos los demás eran franceses. Después de un rato de charla nos deseamos suerte mutuamente y nos dirigimos a la salida.

Pontonx8La carrera empezó puntualmente y, como me esperaba por nuestra conversación, el Tolosarra se puso en cabeza del grupo. Yo, prudentemente salí más atrás, pero decidí no descolgarme demasiado, coger un ritmo moderado al principio y luego ir viendo según fuera el terreno. El recorrido empezaba por unos preciosos caminos de hierba que en algunos puntos estaban embarrados por las lluvias de los últimos días: había llovido mucho hasta la misma víspera, pero hoy lucía el sol y los quince grados insinuaban una mañana calurosa.

La carrera contaba con tres avituallamientos, en los kilómetros doce, veinte y treinta y cinco, lo que permitía dividirla en cuatro partes: los doce primeros kilómetros de reconocimiento, buscar sensaciones y adaptarse al terreno; ocho más para correr; una parada más prolongada en el veinte, para recuperarse bien; quince kilómetros que se harían duros; y siete kilómetros finales para aguantar o disfrutar, según se diera el día.

foret-des-landesHasta el kilómetro veinte fue un auténtico disfrute, ésa sensación de que hablaba al principio de estar exactamente donde quería estar, corriendo por el bosque, saliendo al claro disfrutando del sol de la mañana y viendo muy a lo lejos los Pirineos nevados. El ritmo de carrera bien controlado, sin apretar demasiado, contribuía a esa sensación de bienestar. En el avituallamiento decido parar un par de minutos, hidratarme y comer tranquilamente alguna barrita. Los últimos kilómetros habían sido por arena y las piernas se merecían un descanso. Varios corredores pasaron como furias, sin tiempo a penas de beber algo. Los adelantaría unos kilómetros más adelante. Sabía que los siguientes quince kilómetros se harían largos y era mejor recuperar bien.

Pontonx2bLa carrera continuaba por los pinares de las Landas, en algunos sitios recién plantados, lo que hacía que sin sombra el sol empezara a calentar (ya estábamos a veintitres grados). Éso, unido al suelo principalmente de arena y los kilómetros acumulados hacía que algunos corredores tuvieran calambres y se vieran forzados a ir andando hasta la siguiente parada. Después de preguntarles si necesitan ayuda y decirme que no es necesario continúo con mi carrera. En el bosque tenía la sensación de estar solo, acompañado únicamente por los sonidos que de él llegaban, hasta que al salir al camino veía que el corredor que me precedía estaba a penas a cien metros, y volvía a desaparecer en el siguiente bosque. En un tramo corríamos por la vías de un viejo tren abandonado. Precioso.

En el último avituallamiento volví a parar un par de minutos. La travesía del desierto, del kilómetro veinte al treinta y cinco, había ido bien, y en los siete que faltan podría correr a gusto. Aquí también me adelantaron varios corredores sin perder un minuto. Uno de ellos me dijo, no sin sorna, à tout de suite, sabiendo que, como antes, le volvería a coger. Él prefería no parar, yo prefiero recuperar: cada uno tiene su estrategia.

Pontonx21Otra vez en carrera. El terreno paría que mejoraba, incluso varios kilómetros discurrían por pistas. Vana ilusión. Hacia el kilómetros treinta y nueve volvimos a entrar en el bosque. El suelo estaba muy embarrado y había que andar con cuidado para no resbalar. Un poco más adelante había que atravesar la autopista para llegar al pueblo, y a alguien se le debió de ocurrir que la mejor forma de hacerlo sería por la tubería que pasa por debajo. Dicho y hecho, por ahí pasamos el agua por los tobillos. Al salir había que superar un terraplén de barro, con la ayuda de unas cuerdas para no irse para abajo. Una deliciPontonx20ba cuando se llevan corridos cuarenta kilómetros. Por fin llegamos al pueblo y enseguida a la plaza de toros donde estaba la meta. Pero tampoco podía ser tan sencillo: en lugar de entrar directamente había que subir por las escaleras hasta las gradas y bajar por el otro lado. Un perfecto kilómetro cuarenta y dos. Después, buen avituallamiento, duchas y masajes. Perfecta organización.
… y mi gran sorpresa cuando salió la clasificación (ganó el chico de Tolosa), y veo que yo he quedado en el puesto diecisiete, que no está nada mal para un novato.

En resumen, una carrera preciosa que me ha servido para conocer un nuevo terreno por donde disfrutar del deporte. Ya estoy esperando la del año que viene.

JMR

 

 

 

 

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